jueves, 29 de julio de 2010

Te quiero.

Hora tras hora, día tras día, busco a alguien con quien hablarlo. Se hace duro permanecer callado ante esto, y es que te quiero. Sé que tú no lo puedes saber, y aún así, no puedo dejar de gritar que te quiero. A los cuatro vientos y frente al mar, en cualquier sitio lo diría... en cualquier sitio menos delante de ti.

Tú no te enteras, tú no quieres enterarte, tú no quieres saberlo, pero ojalá algo sospecharas... y es que no puedo dejar de pensar en ti, no puedo evitar ese brinco en mi corazón cada vez que te veo, y tú sigues ahí, sin respuesta aparente, con la mente en otros horizontes, horizontes lejos de mí.

Sin embargo, me da igual, sólo quiero que seas feliz, a cualquier precio. Tu sonrisa me da la vida, aunque tú no lo sepas, así que no me queda más remedio que animarte a que te alejes de mí, para que vivas feliz, lejos de mí, pero feliz; porque tu felicidad es el viento que mueve los molinos de mi corazón.

Sé que no vas a saber que eres tú, pero lee esto. Lee esto y que sepas que a alguien le estoy diciendo que le quiero, y ese alguien eres tú. En serio, aunque esta carta sin destinatario se pierda en el olvido, quiero que lo sepas, y algún día lo sabrás. Te quiero.

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