martes, 29 de marzo de 2011

Vana esperanza

Es.pe.rar... Es-pe-rar... Es pe rar... lo digas como lo digas, esperar es desesperante. Cada minuto, cada segundo se hace eterno, y el tic-tac del reloj cada vez va siendo menos frecuente, hasta que sientes tu respiración repetirse varias veces, varias veces, varias veces por cada segundo. Cada vez el tiempo es más pesado, cada vez su repetitiva vibración, causada por el continuo pulsar de la rutina, se va a haciendo más profunda, más grave, como las metálicas cuerdas de una guitarra.

Y... ¿qué esperas? ¿qué merece este desajuste del tiempo? ¿qué es tan importante para hacer que los segundos parezcan horas?... ... ... Eso. Sí, eso, ¿no lo oyes?. En efecto, nada, nada es tal cosa... nada más que vanas esperanzas, volutas de humo que se disuelven en tímidos hilos trepando a la inmensidad del firmamento. Así es como desaparecen las esperanzas en el futuro... se disuelven, desaparecen, apenas son el recuerdo de una ilusa confusión que en un momento te llevó a enloquecer. 

Aunque... espera, oigo algo... algo diferente. Parece ser el sonido de una risa... luego un susurro, le sigue un suspiro, y termina con el sonido de una sonrisa. Cierro los ojos e imagino... una inmensa pradera verde en la que se oye el susurro de un arroyo cercano. Siento en las yemas de mis dedos la suave sensación de tu cara, tus labios, tu cuello, tu espalda; siento en mis pies la refrescante sensación de los tuyos, y el cosquilleo suave al pasear mi pie por los bajos de tus viejos vaqueros, roídos por el tiempo; oigo el tranquilo bailar de tu pelo, al ritmo de la leve brisa de la tarde; veo la increíble profundidad de tus ojos verdes, que enseñan un millón de cosas sin llegar a decir ninguna; huelo la increíble fragancia que desprendes, que es dulce, interesante y familiar; y degusto el sabor de tus labios... sin poder compararlos con nada. Abro los ojos repentinamente. Tan sólo durante un tiempo, he podido pensar que estaba en un lugar especial, con un paso del tiempo normal, no el pesado y triste contador que me acompaña...

Eso es una esperanza. No puedo vivir sin ella, pero con ella tampoco. Sólo me queda seguir observando cómo surge esa esperanza y observar cómo, al igual que el azulado humo del tabaco se deshace en la inmensidad del cielo, ésta se pierde entre las intrincadas paredes del futuro. No tengo nada que hacer... más que vivir de la vana esperanza, hasta que algo me golpee en la cara y entonces sepa que no estoy solo, porque alguien ha llegado mientras yo miraba al cielo.

lunes, 21 de marzo de 2011

Gracias, Eros; gracias, primavera.

Quizá la mezcla de hormonas que hay en mi instituto, quizá el asfixiante olor perfumado de la primavera, quizá a mi amigo Eros ahora le hace gracia jugar con mis sentimientos, quizá una mezcla de todo; no lo sé, y seas quien seas, tú que estás haciendo esto, que sepas que no es gracioso.

Yo siempre creí ser una persona más o menos racional, vale, soñador y fantasioso, pero ciertamente independiente de impulsos repentinos y realmente irracionales. Ahora me encuentro atraído hacia un lado, luego hacia otro, siendo éstos muy diferentes, casi opuestos.

Me asusta pensar hasta qué punto esta irracionalidad me puede controlar, haciéndome necesitar cosas que apenas conozco, haciéndome querer cosas que ignoro, haciéndome olvidar cosas que he sabido. Ya nada importa, nada es relevante. He entrado en ese extraño vaivén de sensaciones, en el que las fragancias me llevan hacia un lado y los sonidos hacia otro.

No sé a dónde ir, porque mi querido amigo Eros sigue haciendo de las suyas, divirtiéndose con mi exaltado corazón de adolescente. Sí... de lejos puedo oír su risa, infantil, pero no inocente, que reparte sus ecos al ritmo de los latidos de la primavera.

domingo, 20 de marzo de 2011

Futuros imposibles

Siempre empieza igual. Una persona, un par de fotos, mil expectativas y un futuro inventado. Debería aprender, pero parece que esto de dañarme me divierte. Siempre hago lo mismo; me invento futuros perfectos con personas perfectas para acabar sufriendo, yo solo con mi futuro mediocre, que no sería tan mediocre si no lo comparase con mis fantasías.

Ya no puedo seguir así, sin aprender de mis errores y cayendo siempre en lo mismo por ser incapaz de hacer frente a la realidad, porque la realidad es muy insulsa, y a veces muy dura como para vivir en este mundo. Pero no, no puedo seguir así. Tengo que crecer, hacer mis sueños, no soñar mis actos, y seguir adelante. Es duro, y a veces insoportable, dejar todos estos mil maravillosos futuros, ese millón de expectativas, aquellas dos mil fotos y a esas personas; dejarlos atrás. Dejarlos atrás porque no existen.

sábado, 19 de marzo de 2011

Ya es demasiado tarde

Porque ya no hay tiempo, no hay tiempo para conocerte, para acercarme, para que me aprecies. Porque ya no aspiro a nada. Nunca pude aspirar a nada, porque nunca me fijé en ti. Y ahora, ahora que sé que te vas en dos semanas, tengo ganas de conocerte, de saber quién eres, de que me conozcas, me mires a los ojos y sepas quién soy. Pero eso ya es imposible. No hay tiempo, no hay tiempo. 


No sé por qué, no, no lo sé. No sé por qué no me fijé antes en ti. No sé por qué no tuve ganas de conocerte antes, si ya me había fijado en tus increíbles ojos del color del mar tranquilo. Sabía quién eras, pero no quise conocerte, no lo necesité. Y ha sido hoy, cuando he ido dispuesto a conocerte, y no he podido, cuando me he dado cuenta. Cuando te he visto de lejos y no me he atrevido, y he pensado que no podía, cuando me he dado cuenta. ¿Puedes querer a alguien a quien no conoces, a quien apenas has visto y cuya voz sólo has oído una vez? Parece que sí...

No sé lo que pretendo, la verdad, no lo sé. Sólo quiero dar un paso, conocerte, que algún día te acuerdes de mí, o que en algún momento nos riamos juntos. No aspiro a nada, sé que no da tiempo, sé que es demasiado tarde, pero quiero conocerte cueste lo que cueste.