sábado, 17 de diciembre de 2011

Recuperar las palabras

Es más difícil de lo que parece. Pasados unos meses, te acostumbras a vivir, a seguir adelante sin ellas; las palabras –las palarbas escritas– ya no parecen necesarias; eres capaz de rehacer tu vida sin ellas, y no parece tan malo. Pero había algo, algo distinto, algo vacío dentro de mí, una ligera angustia que no me abandonaba. ¿Por qué ya no necesito escribir? –me preguntaba– ¿por qué esta falta de inspiración? ¿por qué no necesito escribrir lo que siento? ... ¿o acaso no siento? ¿acaso no siento igual ahora que no escribo?

La verdad, no sé por qué dejé de escribir. Siempre había considerado que para mí escribir era una necesidad, que sin escribir no sentía, pero... es indudable que ahora siento, y no siento un vacío, ni soledad... siento el inconfundible calor de la compañía... compañía que no quiero dejar pasar sin sentir... sentir igual que antes... sentir escribiendo; escribir sintiendo.

No es fácil, sin embargo. No escribo como antes, y probablemente no siento como antes: todo es mucho más tosco: desentrenado. Las palabras y los sentimientos no fluyen como antes, y quizá sólo la asiduidad pueda devolvérmelo. Soy consciente de que será un largo camino, y de que las palabras no caen una sobre otra con facilidad sobre la pantalla como antes, pero ansío recuperar las palabras.

jueves, 23 de junio de 2011

No hay palabras

que puedan calmarme. Vuelve uno de esos días raros. Pocas cosas parecen tener sentido, raras situaciones te hacen ilusión... no estás triste, tampoco contento... ¿melancólico, quizá?... puede. No sé cómo expresarlo, y es realmente jodido, ¿sabes? Es uno de estos momentos en los que no sabes lo que te pasa, o realmente es que prefieres no saberlo, y quieres contárselo a alguien, pero no sabrías ni por dónde empezar. No hay palabras.

No quedan ya palabras de consuelo, tampoco de ánimo... y tampoco de pena. Simplemente, no quedan palabras... una eternidad condenado a sentir callado, a padecer en silencio... deprimente, ¿no? Sí. Bueno... tampoco es una eternidad... en realidad son unos días... en los que estaré bien a ratos, y mal de vez en cuando... es ley de vida, para que la vida valga la pena. Supongo que... seguiré adelante y en silencio hasta que pueda volver a hablar, hasta que tenga palabras otra vez, para dejarlas escapar y que con ellas marchen la desgana, la añoranza y algún arrepentimiento... y que con ellas vuelvan las ganas de buscar, encontrar y ser encontrado, como en su día volvieron, cuando parecía imposible.

jueves, 16 de junio de 2011

Bailé con la lluvia hasta el cuarenta de mayo

Pasó el cuarenta de mayo y las malas noticias y la impaciencia me dejaron intranquilo... ¿y ahora qué? pensaba ¿qué hacer ahora? bueno... puede que ya no llueva, puede que me haya quedado sin mi más fiel compañera, mi símbolo de libertad... pero yo sigo aquí, y he de hacer algo... no bailaré con la lluvia, pero seguiré siendo libre... y feliz.

Y a cuarenta y cuatro de mayo, la falta de lluvia me enloqueció; a cuarenta y cuatro de mayo, cometí una imprudencia; a cuarenta y cuatro de mayo, bajo el terrible sol de justicia del catorce de junio, "todo" acabó... ¿todo? no. No... no todo... habrá más lluvia, aunque no sea la de siempre... habrá más años... habrá más primaveras que me alegren el ánimo... y el recuerdo de ésta siempre estará conmigo... aunque al principio haga daño.

lunes, 13 de junio de 2011

No me consuela

"Conozco muchos casos iguales", me dijo. "Me da igual", pensé. No me importa que haya más gente como yo, es inútil pensar eso. ¿Qué consuelo me da que haya otros que lo pasan mal por la misma razón que yo? ¿Acaso me sirve de algo saber que pertenezco a un grupo de gilipollas que, como yo, pensaron que en su momento podrían soportarlo, hasta que se dieron cuenta de lo que dolía? No, no me sirve para nada. Duele igual. Duele igual... no me consuela.

jueves, 9 de junio de 2011

Bad news

You just can't believe what you've just heard. You don't want to believe it, but it is real and you know it, because it hurts like real. Your heart stops for a second, and you can't breath for a moment, reality falls on your shoulders and you try to cry, but you can't. Even that isn't allowed for you... you are all alone in this world, a world that spins faster and faster around you. You'd like it to stop, not even for a long time, just the time enough for you to cry, scream, shout out loud and get relaxed... as relaxed as he needs you to be... as strong as he needs you to be... you need to sound convincing when saying "don't worry, everything is gonna be allright... you'll see..." You have to believe so... you need the world to stop for a very little while, so you can get your strength back, and lead the fight against life's misadventures... because there is no other way.

viernes, 3 de junio de 2011

Adios, Fer

Un dramático discurso frente al cañón de una escopeta vacilante, un forcejeo incauto y un fuerte disparo. Lo que ha durado más seis temporadas, ha desaparecido con la ensordecedora explosión de un casquete de bala.

Un desgarrador grito después del terrible silencio de la sorpresa, y el sonido de un peso muerto cayendo al suelo. Los latidos de mi corazón han parado durante un momento, y las lágrimas se han desbordado por mis mejillas. Era el fin, no había vuelta atrás. Todos en nuestras casas sabíamos que era lo que tenía que pasar, que Fer no podía morir de otra forma, y no iba a sobrevivir, que era lo que estaba escrito.

El grito de David, el dolor de Yolanda, la perplejidad de Alma, Álvaro, Jon, Daniela y el propio Toño, que le mató. Era un dolor tan real, las caras descompuestas de los profesores eran tan verosímiles, y las lágrimas intencionadas de Adrián Rodríguez tan sinceras...

Son actores... bueno, ¿y qué? ¿Quién no sintió el disparo en su propio ánimo? ¿A quién no se le cambió la expresión cuando lo oyó? ¿Acaso no podemos estar seguros de que más de uno se tapó los ojos en su casa, prediciendo la catástrofe? Fer se lo merece, Fer merece una muerte tan espectacular, Fer merece ese homenaje, y Fer merece que la serie muera con él.

Es un personaje, interpretado por Javier calvo, nada más... ¿nada más? lo dudo. Fer ha sido, es y será siempre un modelo. Un modelo de superación personal, de enfrentarse a sus miedos y luchar por defender lo que uno es y lo que ama. Fer es el modelo de héroe de nuestra generación, y si conocemos a alguien que se le parezca lo más mínimo, debemos estar orgullosos.

Para mí, Fer supuso un antes y un después. Fer fue un modelo, una inspiración, un pequeño empujoncito al abismo para que aprendiese a volar solo. Fer fueron risas, ilusiones, desesperaciones y, ahora y en última instancia, lágrimas. El fin de Fer es el fin de algo dentro de mí. No sé si será una coincidencia, o un iluso pensamiento generado por el dolor de cabeza propio del llanto, pero... la muerte de Fer, de esa idea, ese ideal, más bien, que me acompañaba, ha supuesto el final de ese empujón que empezó un año ha; ya he aprendido todo lo que podía aprender de su figura, ya no necesito nada más de él, más que el buen recuerdo y el cariño por tan entrañable personaje.

Adios, Fer. Muchas gracias... gracias por todo. Descansa en paz.

lunes, 30 de mayo de 2011

Bailaré con la lluvia hasta el cuarenta de mayo

Chaparrón de mayo. Ecos de tormenta. Huellas de lluvia por las calles de Madrid. Miles de espejos de agua reflejan el alternante cielo, ni cubierto ni despejado. Un cierto olor a húmedo deambula por el aire, entrando en los pulmones de la gente, que inspira profundamente, intentando captar al máximo el embriagador aroma de la tierra mojada. Días preveraniegos, coronados con una angustiosa incertidumbre que frena el ritmo, y una agónica anticipación que acelera nuestras acciones.

Primeras gotas qeu se precipitan. Gente que se resguarda en los soportales, en tiendas y establecimientos. Permanezco de pie, en medio de arenal, sintiendo los primeros atisbos de la tímida lluvia acariciar mis brazos. Cada vez los proyectiles de agua caen con más frecuencia, precipitándose y rebotando con furia contra el suelo. Sigo sin moverme, me mantengo de pie hasta que la lluvia forma una densa cortina que no deja ver más allá, hasta qeu las letras de los carteles se notan borrosas y parecen distntes, hasta que sólo somos yo y el agua que baila conmigo.

Me abandono al sentimiento de libertad que supone sentir mi ropa, mi pelo y todo mi cuerpo empapado. No hay nada más. No hay preocupaciones, no hay agonías... tan sólo somos yo y la lluvia, que me limpia por dentro y me renueva. No pienso. No quiero pensar qué pasará cuando llegue el cuarenta de mayo, cuando cesen estas intermitentes aguas torrenciales, y vuelva a estar solo. No lo sé. No quiero saberlo. Hasta entonces, seguiré bailando con la lluvia.

lunes, 16 de mayo de 2011

¡Expecto patronum!

Frío. Oscuridad. Empiezo a temblar. Noto una horrible presencia. Una presencia que me sigue, me acosa, me hiere el alma. Duele, quema, y al mismo tiempo hiela. Lo siento por todas partes, y no hay ninguna salida por la que escapar. La angustia me llena, y es entonces cuando siento una siniestra mano que me roza el corazón, como tanteando, para acabar aferrándose hasta él, helando toda la sangre de mi cuerpo.

Me siento morir, parece que ya no me queda nada por lo que luchar, y entonces recuerdo. Recuerdo. Como con un fogonazo, mi memoria se ilumina con la luz naranja de una tímida farola de la noche madrileña. Una leve brisa mueve el agua del estanque, y un escalofrío que nada tiene que ver con el frío recorre mi piel. Recuerdo. Recuerdo el tímido avanzar de mis palabras, que se atropellan al llegar a mi lengua, para escapar con un leve balbuceo. Recuerdo el olor de la cerveza que había entre nosotros, y el gracioso tintineo que hizo al tambalearse sobre el granito. Recuerdo la peligrosa naturalidad de una cabellera morena y rizada, y el indefinible matiz gris de esos ojos, entonces fijos en mí. Recuerdo, por último la tímida sonrisa que me dijo: sí, ahora... es ahora. Ya sólo tengo el recuerdo de cómo cerré los ojos, y una explosión surgió del latido de mi corazón.

Siento esa misma explosión ahora, acompañada de un estallido de luz azul plateada, que se escapa con una elegancia felina, y huye acosando al agente de mi angustia. Sonrío. Suspiro. Cierro los ojos, tranquilo. Ya se ha ido. Ya ninguna garra oprime mi corazón. El artificio engendrado por mi creativo y cruel inconsciente se ha ido. Ya no queda nada de lo que temer. La realidad vuelve a tener cierta claridad, retirado el paranoico velo que me cubría, todo parece mucho menos grave. Todo parece mucho más tranquilo. Todo es mucho mejor. Sonrío otra vez, y pienso en que estaré protegido mientras tenga este patronus. Mi patronus.

domingo, 8 de mayo de 2011

At first sight and The Green

It was that time. At that moment, they were green - bright green, just as the growing leaves of a bush at the beginning of the spring. I saw them, I liked them, I got fascinated by them. I couldn't believe it, how could they be that green? It seemed incredible, almost unnatural for them to be like that.

I kept them with my memories, in some deep place in my mind, to get sure I'd never forget them, although it already seemed quite difficult. It was another day, quite a different day. Just walking, side by dide with a friend, and then said: "Look, pay attention, if you are carefull, you'll be able to see them, they are amazing... never seen anything like those...". Then I saw them again, and so she did...

"They are not desgusting, but... quite normal... nothing from another world" She told me. And she was right... but I couldn't belive it... I didn't want to believe it. Were they just a fantasy? a bad taste joke made by my mind? "It must have been the lights... yeah, the lights, that's it, the lights messed up their real colour... they are green, like in my memories" ... I finally refused to believe it. They were always going to be The Green... and still now, when I know how wrong I was back then, I still refer them as The Green. Even now, when I know they haven't got a defined colour... because they change every day, every hour, every minute... and even though I don't know if I'll ever see that first green again... I don't care, because every colour they take, seems even more beautiful in its own way than the one before.

martes, 3 de mayo de 2011

"Ahora alguien lo tendrá muy difícil si quiere ligar contigo"

Uno tras otro, subo los escalones. Dejo que la suavidad de las escaleras de mármol se deslice bajo mis pies mientras asciendo, con una curiosa sonrisa en los labios. Clase nueva. Algo nuevo. Un pequeño cambio en mi rutinaria monotonía, que se ha visto privada de la última cosa que me distraía. Llego a mi piso, y me detengo delante de mi antigua clase. La veo vacía, con las luces apagadas y una pequeña sensación de añoranza se extiende por mi cuerpo. Suspiro y miro a la izquierda. Un angosto pasillo, pobremente iluminado por la luz que atraviesa una traslúcida lámina de vidrio, se presenta ante mis ojos. Avanzo y siento un pequeño cosquilleo me domina. Me paro brevemente y sonrío. Este camino me recuerda a uno muy similar, para recorrer el cual he buscado mil y una excusas, a cada cual más inverosímil. Recuerdo: A partir de ahora, si alguien quiere ligar contigo lo tendrá muy difícil. Sigo avanzando y abro la puerta. Encuentro a mis compañeros, los de siempre, pensando en nuevas disposiciones, en sitios donde sentarse al más puro estilo del Doctor Sheldon Cooper; teniendo en cuenta la brisa que entra por la ventana, la distancia a la pizarra, lo cubierto o expuesto que queda un sitio de la inquisitiva mirada de cualquier profesor, y la gente que pudiera sentarse a su lado. Sonrío, divertido, y pongo mi mochila en la primera fila, delante del profesor, como siempre. Y así es como transcurren las tres horas siguientes: como siempre.

Suena la campana que marca el recreo y noto que a este sonido ya no le acompaña nada especial, ya no significa nada diferente. Bajo las escaleras, dejando resbalar otra vez mis pies sobre la suavidad marmórea de los escalones, y llego al primer piso. Suspiro y miro hacia un angosto pasillo, pobremente iluminado por la luz que atraviesa una traslúcida lámina de vidrio. Suspiro. Ojalá tuviese que volver a inventarme alguna de aquellas inverosímiles excusas para atravesar ese angosto pasillo. Ojalá no tuviese la sensación de que la abrumadora rutina me está volviendo a dominar. Ojalá el final de ese pasillo no estuviese tan erróneamente ocupado por estudiantes de Biología, Química, Física, o incluso Dibujo Técnico... porque echo de menos el juguetón cosquilleo que causaba en mí una sonrisa al cruzar ese pasillo, echo de menos la indecisión que me causaba ver esa puerta cerrada, echo de menos el relajado ambiente que se respiraba tras atravesar el final de ese oculto pasadizo... y ya no puedo vivir nada más que en el lejano recuerdo que me asalta cuando cruzo el estrecho corredor hasta mi clase, que me recuerda que voy a echar terriblemente de menos ese paseo, unos metros más abajo. Lo voy a echar de menos. Les voy a echar de menos.

sábado, 30 de abril de 2011

Días raros,

en los que un gran peso se cierne sobre mis hombros. Días raros, en los que los pies pesan al caminar. Días raros, en los que las lágrmas buscan algún motivo para salir corriendo. Días raros, en los que nada de lo que haces te hace encontrate mejor. Días raros, en los que una sonrisa vale oro, porque son escasas, efímeras y el único toque de color que se posa sobre este día gris.

Días solitarios, en los que ninguna compañía parece poder confortar la desazón de tu alma. Días feos, en los que tu imagen en el espejo parece la de un extraño. Días grises, en los que el sol se esconde tímido tras las nubes. Días vagos, en los que es difícil trabajar, aunque fuese para distraerte. Días confusos, en los que las cosas dejan de estar tan claras, y se convierten en un borrón de colores delirantes. Días de miedo, en los que el futuro es terribleme abrumador.

Son días de recuerdos, añoranzas, de tomar decisiones para luego echarse atrás... son días de supervivencia. Simplemente dejarlos pasar, y esperar que mañana se otro día, en los que el recuerdo de una sonrisa, en vez de causarme pena, me tranquilice.

lunes, 25 de abril de 2011

Playas del Mediterráneo y nostalgia de Madrid

En el fondo son todas iguales, y me cansan. Desde hace doce años, vengo aquí casi por imposición, a mi cárcel de inactividad y aburrimiento, dominada por el olor de la sal y el sonido de las olas. ¿Qué tienen de especial las playas, que le gustan a todo el mundo? ¿Por qué eso sí y no el bullicio de la ciudad? Respiro profundamente y recuerdo los sonidos de mi amado Madrid. Recuerdo el metro, el ruido de los coches, la vista de la Gran Vía desde Plaza España, los paseos de la calle Princesa, las intrincadas calles del centro y el cálido sol de la Plaza de Oriente. Lo echo de menos.

El romper de las olas me trae de vuelta. Mis pulmones se llenan de humedad, y puedo volver a oler el salitre de las rocas de los acantilados. Con el libro debajo del brazo, sigo caminando. Cuando llego a playa, me quito las zapatillas y con cuidado las guardo en la mochila. Me subo los bajos de los pantalones y salto a la arena, tocando por primera vez en meses esta arena que me es tan familiar. Sigo andando. Tímidamente, me acerco a la orilla y dejo que las aguas del Mediterráneo acaricien mis pies descalzos, para retroceder, juguetonas, al ritmo de las olas.

Me acuerdo de ti y sonrío. Tu insistencia continua "ve a la playa, aprovecha ya que estás ahí". Vuelvo a sonreír. ¿Qué tiene esto de especial? Llevo viniendo aquí tanto tiempo que me aburre la misma imagen siempre. Las playas abarrotadas, la gente gritando y las ansias de sol... aunque bueno, eso es en julio y en agosto. Ahora no es así. Ahora las playas están desiertas, nadie más que un par de alemanes quiere estar aquí. Yo no quiero estar aquí, pero sigo paseando, con Cien años de soledad abierto por una página que no estoy leyendo. No hago más que mirar al infinito, otear el horizonte, pensando en lo que hay más allá. "Italia", pienso,"antigua tierra de los romanos... un país bello al que un día iré... ¡pero ahora estoy aquí, aburrido!".

Me alejo de la orilla y me siento sin mucho cuidado, dejando que la arena, revoltosa, juegue dentro de mi ropa. Hundo los pies en esa misma arena y miro con cuiriosidad cómo ésta va engulléndolos, como si fuese acabar cubierto entero.

Me concentro y vuelvo a abrir Cien años de soledad para vivir las aventuras de Macondo, en ese increíble mundo de fantasía dominado por los Buendía. Sin embargo, no puedo. Por lejos que esté, por mucho que vuelva a mi cárcel de monotonía e inactividad, aunque ni si quiera sepa dónde está ni qué hace, me acuerdo de unos ojos del color de este mar tranquilo, que, aunque me recuerde al aburrimiento de Alicante, también me recuerda a él.

martes, 12 de abril de 2011

Fácil, simple y sencillo; sobre la belleza de nuestra lengua

El Español, nuestra lengua, tiene muchas matizaciones y distinciones que lo hacen especial. De las más evidentes es la presencia del modo subjuntivo en los verbos, por ejemplo. Parece que no, pero el correcto uso del modo subjuntivo requiere un dominio del idioma bastante notable; dominio que los extranjeros difícilmente llegan a alcanzar.

Sin embargo, me gustaría centrarme en el aspecto semántico de tres palabras en concreto: fácil, simple y sencillo. Son tres palabras que, a simple vista, parecen sinónimos, y de hecho en ciertos contextos lo son. Un ejemplo de ello sería cuando lo aplicamos a una tarea o un deber. Un ejercicio fácil uno simple y otro sencillo, son prácticamente lo mismo.

Por otro lado, estas tres palabras, cuando aplicadas sobre una persona, no sólo obtienen significados completamente diferentes, si no que usar una u otra hace que estés insultando a tal individuo, o que lo estés alagando. Por si no quedáis del todo convencidos, pensad en qué es una persona fácil, una persona sencilla, y una persona simple.

Asombrados, o no, podemos apreciar que realmente los tres significados son muy diferentes. Una persona fácil, podría ser una persona de trato fácil, amable (o algo más turbio en el caso de una mujer); una persona sencilla es alguien humilde, cualidad deseseable por todos, si no me equivoco; y por último, una persona simple, es un tontorrón, alguien falto de luces... la palabra es un eufemismo para imbécil, en definitiva.

Sin más divagaciones, llegamos a la siguiente conclusión. El Español, como toda lengua bella, tiene sus complicaciones que la hacen especial, y como con toda lengua bella, hay que tener especial cuiadado. El Español hay que mimarlo, cultivarlo y usarlo con cuidado, ya que si te descuidas, puedes estar ofendiendo una persona si usas incorréctamente dos "sinónimos".

domingo, 10 de abril de 2011

"De spe memoriaque"

Es curioso. En el momento, perdí la esperanza. Me dije: "Ya está, Pablo, se acabó. Hasta aquí hemos llegado". Ahora, y desde entonces, me he ido olvidando de esa deliberada rendición, y la esperanza vuelve paulatinamente a surgir.

Es curioso. Quizá sea la espontaneidad del momento, la impresión que causaron en mí esas palabras, por lo que decidí rendirme... y ahora, sin embargo, escucho esas palabras repitiéndose en mi cabeza y pienso: "Bueno, ¿y qué? ¿Vas a rendirte ahora después de todo lo que has conseguido?... No". Al fin y al cabo, ahora es un eco débil, que parece muy pequeño en comparación con mi fuerza de voluntad. No es, como fue, el continuo repiqueteo de un martillo contra mi cabeza, que parecía decir no una y otra vez.

Sí, definitivamente es curioso... es posible que el recuerdo de esas palabras haga que parezcan menos graves que la primera vez que las oí, y de hecho, ya no parece tan grave... porque he decidido no rendirme. He decidido seguir adelante, y he decidido levantarme cada vez que me caiga.

De spe memoriaque... sobre la esperanza y el recuerdo. Quizá ambas vayan parejas... ya que perdí la esperanza en el momento, y la recuperé con el recuerdo.

sábado, 9 de abril de 2011

Ganas de gritar

Ganas de gritar al mundo, dejar que mi voz, en un desgarrador aullido, se extienda por el mundo acompañada por los cuatro vientos. Y ya está. No necesito más... soy un ser humano, y a veces necesito explotar para poder reconstruirme de nuevo.

martes, 29 de marzo de 2011

Vana esperanza

Es.pe.rar... Es-pe-rar... Es pe rar... lo digas como lo digas, esperar es desesperante. Cada minuto, cada segundo se hace eterno, y el tic-tac del reloj cada vez va siendo menos frecuente, hasta que sientes tu respiración repetirse varias veces, varias veces, varias veces por cada segundo. Cada vez el tiempo es más pesado, cada vez su repetitiva vibración, causada por el continuo pulsar de la rutina, se va a haciendo más profunda, más grave, como las metálicas cuerdas de una guitarra.

Y... ¿qué esperas? ¿qué merece este desajuste del tiempo? ¿qué es tan importante para hacer que los segundos parezcan horas?... ... ... Eso. Sí, eso, ¿no lo oyes?. En efecto, nada, nada es tal cosa... nada más que vanas esperanzas, volutas de humo que se disuelven en tímidos hilos trepando a la inmensidad del firmamento. Así es como desaparecen las esperanzas en el futuro... se disuelven, desaparecen, apenas son el recuerdo de una ilusa confusión que en un momento te llevó a enloquecer. 

Aunque... espera, oigo algo... algo diferente. Parece ser el sonido de una risa... luego un susurro, le sigue un suspiro, y termina con el sonido de una sonrisa. Cierro los ojos e imagino... una inmensa pradera verde en la que se oye el susurro de un arroyo cercano. Siento en las yemas de mis dedos la suave sensación de tu cara, tus labios, tu cuello, tu espalda; siento en mis pies la refrescante sensación de los tuyos, y el cosquilleo suave al pasear mi pie por los bajos de tus viejos vaqueros, roídos por el tiempo; oigo el tranquilo bailar de tu pelo, al ritmo de la leve brisa de la tarde; veo la increíble profundidad de tus ojos verdes, que enseñan un millón de cosas sin llegar a decir ninguna; huelo la increíble fragancia que desprendes, que es dulce, interesante y familiar; y degusto el sabor de tus labios... sin poder compararlos con nada. Abro los ojos repentinamente. Tan sólo durante un tiempo, he podido pensar que estaba en un lugar especial, con un paso del tiempo normal, no el pesado y triste contador que me acompaña...

Eso es una esperanza. No puedo vivir sin ella, pero con ella tampoco. Sólo me queda seguir observando cómo surge esa esperanza y observar cómo, al igual que el azulado humo del tabaco se deshace en la inmensidad del cielo, ésta se pierde entre las intrincadas paredes del futuro. No tengo nada que hacer... más que vivir de la vana esperanza, hasta que algo me golpee en la cara y entonces sepa que no estoy solo, porque alguien ha llegado mientras yo miraba al cielo.

lunes, 21 de marzo de 2011

Gracias, Eros; gracias, primavera.

Quizá la mezcla de hormonas que hay en mi instituto, quizá el asfixiante olor perfumado de la primavera, quizá a mi amigo Eros ahora le hace gracia jugar con mis sentimientos, quizá una mezcla de todo; no lo sé, y seas quien seas, tú que estás haciendo esto, que sepas que no es gracioso.

Yo siempre creí ser una persona más o menos racional, vale, soñador y fantasioso, pero ciertamente independiente de impulsos repentinos y realmente irracionales. Ahora me encuentro atraído hacia un lado, luego hacia otro, siendo éstos muy diferentes, casi opuestos.

Me asusta pensar hasta qué punto esta irracionalidad me puede controlar, haciéndome necesitar cosas que apenas conozco, haciéndome querer cosas que ignoro, haciéndome olvidar cosas que he sabido. Ya nada importa, nada es relevante. He entrado en ese extraño vaivén de sensaciones, en el que las fragancias me llevan hacia un lado y los sonidos hacia otro.

No sé a dónde ir, porque mi querido amigo Eros sigue haciendo de las suyas, divirtiéndose con mi exaltado corazón de adolescente. Sí... de lejos puedo oír su risa, infantil, pero no inocente, que reparte sus ecos al ritmo de los latidos de la primavera.

domingo, 20 de marzo de 2011

Futuros imposibles

Siempre empieza igual. Una persona, un par de fotos, mil expectativas y un futuro inventado. Debería aprender, pero parece que esto de dañarme me divierte. Siempre hago lo mismo; me invento futuros perfectos con personas perfectas para acabar sufriendo, yo solo con mi futuro mediocre, que no sería tan mediocre si no lo comparase con mis fantasías.

Ya no puedo seguir así, sin aprender de mis errores y cayendo siempre en lo mismo por ser incapaz de hacer frente a la realidad, porque la realidad es muy insulsa, y a veces muy dura como para vivir en este mundo. Pero no, no puedo seguir así. Tengo que crecer, hacer mis sueños, no soñar mis actos, y seguir adelante. Es duro, y a veces insoportable, dejar todos estos mil maravillosos futuros, ese millón de expectativas, aquellas dos mil fotos y a esas personas; dejarlos atrás. Dejarlos atrás porque no existen.

sábado, 19 de marzo de 2011

Ya es demasiado tarde

Porque ya no hay tiempo, no hay tiempo para conocerte, para acercarme, para que me aprecies. Porque ya no aspiro a nada. Nunca pude aspirar a nada, porque nunca me fijé en ti. Y ahora, ahora que sé que te vas en dos semanas, tengo ganas de conocerte, de saber quién eres, de que me conozcas, me mires a los ojos y sepas quién soy. Pero eso ya es imposible. No hay tiempo, no hay tiempo. 


No sé por qué, no, no lo sé. No sé por qué no me fijé antes en ti. No sé por qué no tuve ganas de conocerte antes, si ya me había fijado en tus increíbles ojos del color del mar tranquilo. Sabía quién eras, pero no quise conocerte, no lo necesité. Y ha sido hoy, cuando he ido dispuesto a conocerte, y no he podido, cuando me he dado cuenta. Cuando te he visto de lejos y no me he atrevido, y he pensado que no podía, cuando me he dado cuenta. ¿Puedes querer a alguien a quien no conoces, a quien apenas has visto y cuya voz sólo has oído una vez? Parece que sí...

No sé lo que pretendo, la verdad, no lo sé. Sólo quiero dar un paso, conocerte, que algún día te acuerdes de mí, o que en algún momento nos riamos juntos. No aspiro a nada, sé que no da tiempo, sé que es demasiado tarde, pero quiero conocerte cueste lo que cueste.

jueves, 17 de febrero de 2011

Un viaje en Metro

De nombre plateado
y a través del Atlántico, 
me recibe una república
de helenos y romanos.
Mi antiguo hogar abandonado,
mi antiguo hogar nunca olvidado.
Sigo mis pasos
cruzando el océano
desde las mañanas de invierno
hasta las tardes de verano.