sábado, 17 de diciembre de 2011

Recuperar las palabras

Es más difícil de lo que parece. Pasados unos meses, te acostumbras a vivir, a seguir adelante sin ellas; las palabras –las palarbas escritas– ya no parecen necesarias; eres capaz de rehacer tu vida sin ellas, y no parece tan malo. Pero había algo, algo distinto, algo vacío dentro de mí, una ligera angustia que no me abandonaba. ¿Por qué ya no necesito escribir? –me preguntaba– ¿por qué esta falta de inspiración? ¿por qué no necesito escribrir lo que siento? ... ¿o acaso no siento? ¿acaso no siento igual ahora que no escribo?

La verdad, no sé por qué dejé de escribir. Siempre había considerado que para mí escribir era una necesidad, que sin escribir no sentía, pero... es indudable que ahora siento, y no siento un vacío, ni soledad... siento el inconfundible calor de la compañía... compañía que no quiero dejar pasar sin sentir... sentir igual que antes... sentir escribiendo; escribir sintiendo.

No es fácil, sin embargo. No escribo como antes, y probablemente no siento como antes: todo es mucho más tosco: desentrenado. Las palabras y los sentimientos no fluyen como antes, y quizá sólo la asiduidad pueda devolvérmelo. Soy consciente de que será un largo camino, y de que las palabras no caen una sobre otra con facilidad sobre la pantalla como antes, pero ansío recuperar las palabras.