domingo, 18 de julio de 2010

Un pianista enamorado.

¿Por qué he de aparentar lo que no soy? ¿Por qué mentir sobre lo que pienso y lo que amo? ¿Por miedo a lo que digan los demás? Daría lo que fuera, cualquier cosa, por ser como tú. Por haberme atrevido a decir las cosas claras, a decir que me querías. En ese momento yo me porté fatal. No te hablé, apenas te miré, miles de pensamientos cruzaron mi cabeza menos el de abrazarte, fuerte, para que supieses que yo sentía lo mismo que tú.

En vez de eso, lo único que hice fue quedarme quieto, parado, viendo como todos los demás soltaban risitas y tú pasabas a ser el hazmerreír del colegio, la persona que se enamoró de la persona equivocada. Nadie te lo reconoce… nadie te reconoce el valor que tuviste para decir “Te quiero” en medio de los pasillos. Yo día a día intento que veas en mí el arrepentimiento que me recorre, el pesar que me invade, el horror de pensar que lo que yo sentí desde aquel verano, no se va a ver satisfecho nunca.

Y ahora, sentado sobre la banqueta del piano, reclinado sobre las teclas, tocando una monótona y repetitiva melodía, me encuentro solo. Solo, deshecho y enamorado. Yo también quisiera tener el valor para decir “Te quiero”, pero sabes que no puedo. Demasiadas preguntas, demasiadas explicaciones. Ya ni siquiera te pido que estemos juntos, que nos queramos. Sólo pido que vengas y te sientes a mi lado, y me dejes tocar para ti. Que te apoyes en mi hombro y escuches mi respiración, acelerada al sentir tu contacto. Que suspires y mires con atención mis manos, que acarician el piano para ti. Sólo para ti.

Me gustaría que ahora sonara el timbre, abriese la puerta y fueses tú diciendo: “¿Se puede?”. Para entonces abrazarte y besarte, como sólo tú te mereces; para tocar para ti durante toda una noche si es necesario, por que tú te lo mereces todo. Todo y más.

Entonces, suena el timbre, y al abrir oigo una tímida voz que, entre llorosa y emocionada dice: “¿Se puede?”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario