domingo, 25 de julio de 2010

Un escritor enamorado

No soy más que un pobre escritor enamorado. Desde un destartalado ático en Barcelona, tecleando en mi vieja máquina de escribir, sólo siento ganas de abrir la ventana, y a los cuatro vientos gritar “Te quiero”.

Pero algo me lo impide. ¿Qué será? ¿La sociedad? ¿Mis amigos? ¿El sentido común? No lo sé. Ya no sé nada. Me cuesta saber qué es qué, porque tú me faltas. Porque tú no estás ahí, para abrazarme y quererme, y me tengo que aferrar a mis sueños imposibles, en los que tú, sin saberlo, eres mi musa.

Sigo tecleando en la máquina, sin parar, intentando encontrar una respuesta, un final feliz. Un final imposible. Si las cosas fuesen como en una de mis historias… si pudiese decirte “Te quiero”, pero borrar la escena si no me gusta el desenlace… si las cosas fuesen tan fáciles… probablemente esto que hacemos no sería vivir.

Sigo aplastando una tecla detrás de otra. Letra tras letra, palabra tras palabra, frase tras frase, espero a que se hagan realidad… pero ninguna lo hará. Porque sigo esperando las fuerzas que necesito para aparecer en tu puerta y decirte que te quiero, para que no me importe lo que digan los demás; tan solo ver tu sonrisa. Para siempre.

Pero supongo que es imposible. No es realista pensar que tú y yo… cuanto más lo pienso más ridícula me parece la idea… pero… ¿de sueños vive el Hombre? No. De sueños no vive. Por sueños muere, por sueños desespera… el Hombre vive de actos, vive de palabras.

Me decido. Cojo mi abrigo y salgo a la calle, y me preparo para decir muchas cosas que sé que en realidad no podré decir.

Ahora, delante de tu puerta, las cosas parecen más complicadas. La mano que llamará a tu puerta me pesa más que nunca, y aún así, consigo seguir adelante. Entonces tú, increíble -como siempre- abres la puerta, y yo, tras un pequeño balbuceo, consigo decir:

- Quería gritar esto desde mi ventana, pero no sabía si el viento sería capaz de traerte mis palabras. Tan sólo quería decirte que… te quiero.

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