martes, 12 de abril de 2011

Fácil, simple y sencillo; sobre la belleza de nuestra lengua

El Español, nuestra lengua, tiene muchas matizaciones y distinciones que lo hacen especial. De las más evidentes es la presencia del modo subjuntivo en los verbos, por ejemplo. Parece que no, pero el correcto uso del modo subjuntivo requiere un dominio del idioma bastante notable; dominio que los extranjeros difícilmente llegan a alcanzar.

Sin embargo, me gustaría centrarme en el aspecto semántico de tres palabras en concreto: fácil, simple y sencillo. Son tres palabras que, a simple vista, parecen sinónimos, y de hecho en ciertos contextos lo son. Un ejemplo de ello sería cuando lo aplicamos a una tarea o un deber. Un ejercicio fácil uno simple y otro sencillo, son prácticamente lo mismo.

Por otro lado, estas tres palabras, cuando aplicadas sobre una persona, no sólo obtienen significados completamente diferentes, si no que usar una u otra hace que estés insultando a tal individuo, o que lo estés alagando. Por si no quedáis del todo convencidos, pensad en qué es una persona fácil, una persona sencilla, y una persona simple.

Asombrados, o no, podemos apreciar que realmente los tres significados son muy diferentes. Una persona fácil, podría ser una persona de trato fácil, amable (o algo más turbio en el caso de una mujer); una persona sencilla es alguien humilde, cualidad deseseable por todos, si no me equivoco; y por último, una persona simple, es un tontorrón, alguien falto de luces... la palabra es un eufemismo para imbécil, en definitiva.

Sin más divagaciones, llegamos a la siguiente conclusión. El Español, como toda lengua bella, tiene sus complicaciones que la hacen especial, y como con toda lengua bella, hay que tener especial cuiadado. El Español hay que mimarlo, cultivarlo y usarlo con cuidado, ya que si te descuidas, puedes estar ofendiendo una persona si usas incorréctamente dos "sinónimos".

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