sábado, 30 de abril de 2011

Días raros,

en los que un gran peso se cierne sobre mis hombros. Días raros, en los que los pies pesan al caminar. Días raros, en los que las lágrmas buscan algún motivo para salir corriendo. Días raros, en los que nada de lo que haces te hace encontrate mejor. Días raros, en los que una sonrisa vale oro, porque son escasas, efímeras y el único toque de color que se posa sobre este día gris.

Días solitarios, en los que ninguna compañía parece poder confortar la desazón de tu alma. Días feos, en los que tu imagen en el espejo parece la de un extraño. Días grises, en los que el sol se esconde tímido tras las nubes. Días vagos, en los que es difícil trabajar, aunque fuese para distraerte. Días confusos, en los que las cosas dejan de estar tan claras, y se convierten en un borrón de colores delirantes. Días de miedo, en los que el futuro es terribleme abrumador.

Son días de recuerdos, añoranzas, de tomar decisiones para luego echarse atrás... son días de supervivencia. Simplemente dejarlos pasar, y esperar que mañana se otro día, en los que el recuerdo de una sonrisa, en vez de causarme pena, me tranquilice.

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