martes, 1 de junio de 2010

¿Por qué lo llamamos pasado?

Esta pregunta da mucho que reflexionar. ¿Por qué al pasado se le llama pasado si aún está presente? ¿Acaso la importancia de un hecho se remite únicamente a su momento cronológico? ¿Por qué si ayer fue el primer día de tu futuro, forma parte del pasado?

En el plano objetivo y sensible, está muy claro. La palabra pasado, simplemente se refiere a hechos anteriores al hoy, sin importar su importancia o su influencia en el futuro. Por ello, la palabra pasado, past, passé o Verngangenheit, significan absolutamente lo mismo, aunque sean en diferentes idiomas, porque en el plano objetivo, pasado siempre será todo aquello que es anterior al hoy.

Ahondemos en el significado subjetivo de la palabra, a partir de esa sencilla definición. Si el pasado, como dice la famosa frase popular, pasado está, no se puede cambiar. Cierto es, que el pasado se puede enmendar, se puede apañar, se puede ocultar, pero no se puede cambiar como tal. El pasado, en su parte subjetiva, forma a pasar a aquella parte de nosotros que no podemos cambiar y que, nos guste o no, condiciona nuestro presente. Ya lo dijo Freud, y es que nuestro presente es el reflejo de nuestro pasado.

Ya hemos llegado a una sencilla conclusión, y es que el pasado es parte del presente, y sin embargo se le sigue llamando pasado, pero la verdad es que el pasado no nos ha abandonado. Sigue estando presente.

De hecho, el pasado es probablemente, junto con el futuro, una de las cosas que más miedo inspira al ser humano. El pasado lo conocemos, lo conocemos muy bien, y sin embargo le tenemos miedo. ¿Por qué? Simple respuesta. Si la incertidumbre de qué nos va a ocurrir en el futuro nos atemoriza, la total seguridad cómo llegamos a sufrir en determinados momentos, hace que un escalofrío se extienda por nuestra espalda. Y es un hecho. Nos duele ver cómo hemos sufrido, porque habiendo pasado los malos momentos, vemos las soluciones mucho más claras, y también aparece una gran frustración dentro de nosotros, por no haber podido verlo antes.

El pasado, distorsionado, constituye un presente diferente al que se viviría en uno con el pasado nítido y claro. Quién sabe si éste sería un presente mejor o peor. Probablemente si el pasado deformado fue una mala época, nunca viene mal maquillar los peores momentos, porque te pueden afectar demasiado en el presente; no obstante, no conviene taparlo completamente, porque eso nos hace débiles a volver a tropezar con la misma piedra, una y otra y otra y otra y otra vez más.

Sigamos ahondando pero por otros caminos, respondiendo a una de las preguntas de la introducción. ¿Por qué si ayer fue el primer día de nuestro futuro, forma parte del pasado? Esto da que pensar. Hoy mismo, he sido admitido en un instituto para estudiar Bachillerato, eligiendo definitivamente a lo que me quiero dedicar más adelante. La decisión de presentarme a esta formación, es parte de los acontecimientos sucedidos con anterioridad al presente, y, sin embargo, tiene mucho más de futuro que lo que voy a cenar dentro de veinte minutos.
Por tanto, vemos aquí un caso en el que la "pertenencia al futuro" de una situación, no depende de si ha ocurrido o está por ocurrir, si no que depende de la trascendencia en lo que tiene y en lo que tendrá lugar.

¿Llegamos a una conclusión clara? Como pasa muchas veces, no. Llegamos a una serie de ideas esclarecedoras, incluso quizá a una pequeña indicación, pero no a una conclusión.

¿Por qué al pasado se le llama pasado si tiene de futuro y de presente más que los propios futuro y presente? No lo sé. Lo que sí sé, es que el pasado es, por estas razones, importante. Es digno de estudio, y de reflexión, porque lo que tú eres está reflejado en los años que preceden a tu edad actual, y lo que tú serás está apoyado en decisiones pasadas, que aunque pertenecen al pasado objetivamente, de forma subjetiva, no.

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