miércoles, 29 de diciembre de 2010

Fotos

Miro una foto detrás de otra. No busco nada. Ni familiares, ni amigos, ni una cara que me conozca y me devuelva una sonrisa vacía, acompañada de dos ojos que miran al infinito. Sigo pasando fotos. No conozco a nadie, no sé cómo suenan sus voces, ni cómo es la calidez de sus ojos o el tacto de su piel. Pienso que igual me gustaría conocerles, me gustaría vivir otra vida, ser otra persona, cambiar. Me quito esa idea de la cabeza y sigo pasando foto tras foto.

No lo entiendo. No entiendo por qué sigo pasando fotos, pero no puedo parar. Quiero verlas todas, una tras otra, sin dejarme ni una. Sigo viendo sonrisas desconocidas y miradas que me son extrañas. No forman parte de mi vida. Esos ojos, esas caras nunca me mirarán a mí. Es una sensación extraña, puedo verles, puedo conocer cada mancha en su piel y cada remolino en su pelo, pero no puedo ser parte de su vida.

Me imagino entre ellos, riendo, sonriendo a las fotos... sin saber que alguien a quien no conozco, me está mirando a través de una pantalla, estudiando cada mechón de mi pelo, cada arruga en mi frente y cada corte en mi piel. Me imagino fotos de un futuro en el que aparezco y que nunca ocurrirá, porque no es mi futuro. Esas fotos no son más que manchas de pintura en un lienzo de irrealidad. Una profunda sensación de melancolía me inunda, y me siento extrañamente vacío. Echo de menos a mis falsos amigos. Aquellos de los que conozco su cara, su pelo, sus ojos, sus manos, su ropa... pero no a ellos. No, a ellos no les conozco, pero les echo de menos. Mi futuro inventado, en el que sonrío con ojos vacíos y sonrisa preparada a una cámara junto a ellos, me hace llorar su ausencia. Ausencia que no existe, porque ellos nunca han estado. Ni ausentes, ni presentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario