Es curioso cómo los pequeños gestos, las pequeñas acciones, son aquellas que más sensación de seguridad nos dan. Cuando hablamos en público, nos apresuramos a cruzar las piernas, a poner los brazos cruzados sobre el pecho, o a meternos las manos en los bolsillos. Estas posiciones, estos gestos, si bien inconscientes, e irracionales, son los que más nos protegen del ridículo, los que nos cuidan frente a las grandes audiencias.
Completamente irracionales e incomprensibles, estos gestos. Fijaros en que frente a un ataque real estas posturas no sirven de nada, y por tanto son defensas virtuales y la seguridad que conseguimos es por tanto, virtual. Completamente irracional, y sin embargo, comprensible, es otra defensa virtual que tomamos: el grupo.
Hablemos del grupo, no como conjunto de personas, si no como ente. ¿Es bueno? ¿Es positivo que haya un ente conformado por varias conciencias que interaccionen entre sí, formando una unidad? Bueno, como todo en esta vida... depende, ¿de qué depende?, de según como se mire, todo depende. Depende en concreto dos aspectos fundamentales: la actitud de los componentes hacia el grupo, y la actitud de los componentes fuera del grupo.
A mi modo de ver, la actitud de los componentes de un grupo nunca debe ser exclusiva hacia los demás. Si hay un grupo, hay gente que tiene derecho a pertenecer a él, y si hay gente que no pertenece al grupo en concreto, que sea por razones de peso. Pero lo más importante, es que si un miembro del grupo quiere mantener una relación, ya sea de amistad o de otra índole, que no se vea impedido por el resto de los miembros. Cada persona, dentro y fuera del grupo, es libre de hacer lo que quiera con el único impedimento de no hacer daño a los demás.
Si un grupo se basa en una serie de complicidades y confianzas que se extienden cual red dentro del mismo, no hay nada de malo en la existencia de este pequeño ente poliantrópico. El grupo sólo es malo si se comporta como un ente elitista y exclusivista, y si los miembros de este grupo tienen restricciones acerca de con quién deben ir y cómo debe comportarse.
Por otro lado, también es importante el comportamiento de los miembros fuera del grupo. La palabra de uno jamás se debe traducir en la palabra del grupo. Cada uno tiene su opinión, y raras veces va a coincidir con la de otro. Por tanto, aunque en un grupo siempre puede haber opiniones, ha de haber matices que diferencien a uno del otro. Fuera del grupo también se puede ver en el comportamiento de un miembro, un sentimiento elitista que se ve respaldado por pertenecer a cierto grupo. Si bien es cierto que verte acogido por un grupo está bien, no creo que sea lo correcto portar como estandarte que nos brinda protección, la pertenencia a un grupo.
En definitiva, aunque este grupo esté formado por buenos amigos, incluso entre los buenos amigos hay que diferenciarse. El individualismo es importante. Sin él, como ya he mencionado anteriormente, caemos en las teorías absolutistas. Debemos usarlo también con medida, pero el individualismo tiene una ventaja en la sociedad. Un individualista no hace bien a nadie, pero el único mal que se hace es a sí mismo. Un grupo fuerte y elitista, puede hacer daño a mucha gente.
Un artista dijo una vez que el arte es la mayor forma de individualismo que existe. Igual que no todos podemos pintar el mismo cuadro, ciertos cuadros se parecerán entre sí y se colgarán en la misma habitación, pero siempre diferenciaremos a Picasso de cualquier otro cubista. Igual deben ser los grupos. Aunque tendamos a juntarnos, jamás hemos de caer en la homogeneidad. La personalidad es algo que debería ser inherente a la persona. No lo abandonemos.
Como dice Aristóteles, "la virtud está en el término medio", y tal cosa debemos hacer. Formemos grupos, pero no tengamos miedo a formar parte en más de uno, y mucho menos tengamos miedo a estar fuera de otros.
Esta entrada se la dedico a mi querida amiga María. Ella pertenece a un grupo muy unido, pero estoy seguro de que sabe que no es un exclusivista, y desde luego ella no se comporta como tal. En ese aspecto cumple a la perfección con la ética eudemonista... felicidades por ello, María... ¡Ah! y por tus recientes 24 años...
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